El titular del programa espacial de Rusia dijo que el futuro de la Estación Espacial Internacional pende de un hilo luego de que las agencias espaciales de Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea no cumplieran a tiempo con las exigencias rusas de eliminar las sanciones a empresas y hardware rusos.
Dmitry Rogozin, el jefe de Roscosmos, dijo a la prensa que esa agencia estatal rusa prepara un reporte sobre las perspectivas de la cooperación internacional en la estación, a fin de presentarlas a autoridades federales “luego de que Roscosmos terminó su análisis”, de acuerdo con AP.
Rogozin insinuó en la televisión estatal rusa que las sanciones del Occidente, algunas de las cuales son previas a las actuales operaciones militares de Rusia en Ucrania, podrían afectar la operación de naves espaciales rusas que dan servicio a los vuelos de cargamento de la EEI. Rusia también envía misiones tripuladas a la base orbital.
Enfatizó que los socios occidentales necesitan la estación espacial y “no pueden lidiar sin Rusia, porque nadie más que nosotros podemos entregar combustible a la estación”. Rogozin agregó que “únicamente los motores de nuestras aeronaves de carga son capaces de corregir la órbita de la EEI, manteniéndola segura y libre de escombros”. Archivado como: Ucrania Guerra Putin Rusia
Por otra parte, ´la invasión de Rusia a Ucrania y sus amenazas veladas de usar armas nucleares tienen a los legisladores y otros creadores de políticas pensando lo impensable: ¿Cómo debería responder Occidente a la explosión por parte de Rusia de una bomba nuclear en el campo de batalla?
La respuesta estadounidense por defecto, dicen algunos arquitectos del orden nuclear posterior a la Guerra Fría, es: con disciplina y control. Eso pudiera implicar aumentar las sanciones y el aislamiento al presidente ruso Vladimir Putin, opinó Rose Gottemoeller, subsecretaria general de la OTAN desde 2016 al 2019.
¿Cómo sería una guerra nuclear?
En imagen del 23 de marzo de 2016, un trabajador mide los niveles de radiación en barriles en una zona de almacenaje de desecho nuclear en la central nuclear de Chernóbil, en Ucrania. (AP
Pero nadie puede contar con que las mentes sosegadas se impongan en un momento así, y la vida real no siempre sigue los caminos planeados. Los líderes mundiales estarían furiosos, afrontados, temerosos. La confusión y los problemas de comunicación pudieran abundar.
Los hackers pudieran aumentar el caos existente. Habría grandes presiones para aplicar una respuesta dura: el tipo de respuesta que puede hacerse con misiles nucleares capaces de moverse a velocidades supersónicas. Aunque los funcionarios militares y civiles y los expertos han calculado las tensiones nucleares entre Rusia y Estados Unidos anteriormente, los ejercicios simulados podrían terminar con misiles nucleares cruzando continentes y océanos, cayendo en las capitales en Europa y Norteamérica, matando a millones de personas en apenas unas horas, advirtió Olga Oliker, directora para Europa y Asia Central de la organización International Crisis Group.
¿Se desatará la guerra nuclear?
En esta imagen tomada desde la azotea de la central nuclear de Chernóbil, en Ucrania, el viernes 10 de abril de 2020, se ve un incendio forestal cerca de la planta en la zona de exclusión. (Oficina de Prensa de la Policía de Ucrania via AP).
“Y, muy pronto, tienes una guerra termonuclear global”, agregó Oliker. Es una situación que los funcionarios esperan evitar, incluso si Rusia ataca a Ucrania con una bomba nuclear. Gottemoeller, una importante negociadora nuclear para Estados Unidos durante el gobierno de Barack Obama, dijo que los bocetos que el presidente Joe Biden ha provisto hasta ahora sobre su política nuclear siguen las mismas líneas de gobiernos previos: de emplear las armas atómicas solamente en “circunstancias extremas”.
“Y un solo uso nuclear de demostración por parte de Rusia o —tan horrible como sería— un uso nuclear en Ucrania no alcanzaría ese nivel” de demandar una respuesta nuclear de Estados Unidos, afirmó Gottemoeller, que ahora ofrece conferencias en la Universidad Stanford. Con información: AP
